EL TRAGALDABAS
PEREZ ANTON, PABLO
La abuela decide prepararles a sus tres nietas una sorpresa en la bodega: pan con miel (se había olvidado de que esa era precisamente la comida favorita del Tragaldabas). Las nietas, una por una, bajan por las escaleras oscuras, frías y misteriosas; empujan la puerta y
El Tragaldabas es uno de los «comeniños» más populares en toda la geografía del Estado español, y por este motivo presenta características diferentes según la zona. Con todo, hay ciertos rasgos recurrentes que siempre se mantienen en las distintas versiones y que permiten que lo identifiquemos: un gigante, cabezón, de aspecto bruto y gran voracidad, que se traga a los niños enteros y sin masticar. Al contrario de los otros monstruos que actúan sin avisar, el Tragaldabas advierte de sus intenciones y de su voracidad natural. Y aquellos que a pesar de todo, osan acercarse a los lugares que frecuenta son engullidos sin rechistar. La identidad del insólito héroe que resuelve la situación se repite en todas las versiones. Se trata de una pequeña hormiga, presente también en otros cuentos tradicionales de estructura narrativa similar: La cabra montesa, El zamparrón, etc.
La versión de Pablo Albo se ajusta en gran medida a la tradicional, aunque él trata el asunto con mucho más sentido del humor y se decide por un desenlace amable y divertido. Mientras que en el cuento recogido por Aurelio Espinosa (y también en otras versiones similares documentadas en el primer tercio del siglo pasado) el héroe mata al monstruo, Pablo Albo opta por una divertida transformación simbólica del gigante, que acaba integrándose en el mundo al que pertenece el héroe. De esta manera, el bien triunfa sobre el mal, y gracias a la intervención solidaria de varios personajes con los que se identifica el lector.
Las distintas denominaciones para el «comeniños» en todos los lugares de la península presentan una etimología transparente: Papón en Galicia, Papu en Cataluña
, y todas ellas han sobrevivido hasta nuestros días en la memoria. A ello hay que añadir que a menudo se ha utilizado su figura con fines diversos, por ejemplo, para que los niños aprendan a portarse bien, para que se acuesten temprano, para que no salgan de noche, para que no se acerquen a desconocidos, etc.
La imaginación y también la necesidad de prevenir actos temerarios han propiciado la aparición en el marco de la cultura popular de personajes como los espantos y asustadores que han llegado hasta nosotros gracias a las narraciones orales transmitidas de generación en generación. El carácter universal de estos relatos fantásticos se debe, entre otras razones, a que constituyen un valioso complemento para el desarrollo infantil. Con ellos los niños pueden entender conceptos abstractos de forma sencilla, ya que los problemas y angustias existenciales se presentan a través de personajes populares. Además, los asustadores de la infancia conforman un mundo mitológico con componentes análogos al mundo mitológico de los adultos.
El ilustrador Maurizio A. C. Quarello emplea las sombras de una forma magistral, en composiciones arriesgadas, y una vez más, deja constancia también aquí de sus influencias cinematográficas a la hora de componer los planos.
Texto de Pablo Albo, a partir de un cuento popular español
Ilustraciones de Maurizio A. C. Quarello
La abuela decide prepararles a sus tres nietas una sorpresa en la bodega: pan con miel (se había olvidado de que esa era precisamente la comida favorita del Tragaldabas). Las nietas, una por una, bajan por las escaleras oscuras, frías y misteriosas; empujan la puerta y
?El tragaldabas es un ?comeniños? tradicional de los más populares en la geografía de toda España y, por este motivo, presenta características diferentes según la zona.
Esta versión se ajusta bastante a la tradicional. No obstante, hay mayor dosis de humor y un desenlace amable y divertido.