EL SINDROME DEL PRISIONERO
LAS PEQUEÑECES DE LEWIS TRONDHEIM
TRONDHEIM, LEWIS
Después de La Maldición del paraguas, Lewis Trondheim publica la segunda parte de sus Pequeñeces, diario de las aventurillas de su vida.
Entre reflexiones filosóficas, vida familiar, amigos y trabajo, las Pequeñeces de Trondheim dan a ver la vida ordinaria de un dibujante extraordinario que se pone en escena, con el talento justo para transformar los más insignificantes micro-acontecimientos en aventuras extraordinarias.
El síndrome del prisionero es cuando alguien está encerrado y no hace nada. Como no hace nada, está cada vez más cansado y tiene cada vez menos ganas de hacer cosas. Basta para aterrorizar a Lewis Trondheim que, en este segundo tomo, se esfuerza en nunca quedarse estancado mucho tiempo en el mismo lugar.
El festival de Angoulême, el de África del sur, el debate Royal/Sarkozy, un paseo en canoa por el manglar, el mosquito YinYin
Son las pequeñeces y los avatares de la vida de Lewis.
Con su habitual ironía y su arte de la narración, que capta la atención sobre los menores detalles, Trondheim nos revela sus pensamientos, su dudas y sus reflexiones; Hipocondríaco, de mala fe o realmente conmovedor, pero siempre con el hilo conductor del humor.
Un puñado de anécdotas autobiofráficas que muestran a un Trondheim íntimo, tierno, a veces irritante. Cómodo en su doble papel de autor y personaje, se divierte forzando la identificación de uno y otro, y crea un divertido hipocondríaco patoso en la línea de Woody Allen.