DESOCUPADO
TRONDHEIM, LEWIS
Lewis Trondheim lleva una felicidad atormentada. Son ya 80 días sin ponerse delante de un nuevo álbum después de haber estado durante 14 años dibujando y también escribiendo para otros de forma ininterrumpida y tremendamente prolífica. Detecta el problema de la repetición y tras preguntarse ¿Por qué los autores de cómic envejecen mal? intenta encontrar las esquivas claves que permitan mantener la frescura y la magia que eviten derivar hacia un definitivo agotamiento creativo. Para ello, en sus viajes a distintos salones de cómic a los que es invitado y que alterna supervisando a un equipo de guionistas de una serie de animación para TV sobre El rey catástrofe, decide contrastar experiencias y documentarse con múltiples encuentros, conversaciones y correos electrónicos cruzados con autores jóvenes y veteranos -todos ellos antropomorfizados como él-, de Moebius y Gotlib a Sfar y Frank Margerin, de Bilal y Fred a Christophe Blain y Jean-Christophe Menu, de Edmond Baudoin e Ivan Delporte a Charles Berberian y Guy Delisle, entre muchos otros, reflexionar sobre las experiencias creativas de clásicos como Hergé, Peyo, Franquin o Art Spiegelman y comparar la profesión con la de pintores, escritores, músicos y cineastas referentes de la cultura popular de diferentes puntos del planeta.
Lewis Trondheim lleva una felicidad atormentada. Son ya 80 días sin ponerse delante de un nuevo álbum después de haber estado durante 14 años dibujando y también escribiendo para otros de forma ininterrumpida y tremendamente prolífica.
Detecta el problema de la repetición y tras preguntarse: "¿Por qué los autores de cómic envejecen mal?", intenta encontrar las esquivas claves que permitan mantener la frescura y la magia que eviten derivar hacia un definitivo agotamiento creativo.
Para ello, en sus viajes a los distintos salones de cómic a los que es invitado, decide contrastar experiencias y "documentarse" con múltiples encuentros, conversaciones y correos electrónicos cruzados con autores jóvenes y veteranos, así como reflexionar sobre las experiencias creativas de creadores de cómic clásicos y comparar la profesión con la de pintores, escritores, músicos y cineastas referentes de la cultura popular de diferentes puntos del planeta.
Trondheim no persigue hacer un estudio sociológico, no trata de sentar cátedra ni caer en la autoindulgencia, pero sí de hacerse las preguntas que le preocupan a través de un relato ágil donde no faltan sorprendentes revelaciones y accesos de comicidad marca de la casa; un trabajo terapéutico que remite sin duda a Mis circunstancias (Astiberri, 2002), otra obra suya autobiográfica marcadamente reflexiva.
"La animalización de sí mismo y de sus conocidos no aparta a Trondheim de sus preocupaciones de artista: cómo seguir dibujando tras docenas de títulos, cómo evitar el estancamiento gráfico o de contenido, cómo recobrar la frescura cuando amenaza la monotonía". Juan Manuel Díaz de Guereñu. El Correo
"Poco a poco, Trondheim va construyendo un ensayo en historieta que va mucho más allá de sus planteamientos iniciales, dando lugar a un libro de ricos e interesantes matices, que llega a estudiar el propio concepto de la creación y la razón última que lleva a un autor a crear [...]. Trondheim sorprende, rompe esquemas y plantea ideas inteligentes para el debate. ¿Qué más se puede pedir?". Álvaro Pons. La Cárcel de Papel