UN MENSAJE SIN CÓDIGO
ENSAYOS COMPLETOS DE ROLAND BARTHES EN LA REVISTA COMMUNICAT
ROLAND BARTHES
Roland Barthes nació el 12 de noviembre de 1915 en Cherburgo, Francia. Un año después, su padre falleció en un combate naval. En Roland Barthes por Roland Barthes define su infancia: Ni padre que matar, ni familia que odiar, ni medio que rechazar: ¡gran frustración edipiana!. El pequeño Barthes recibió una pensión por parte del Estado para costear sus estudios. En 1939, se licenció en Letras Clásicas y cuatro años después en Gramática y Filología. A los 19 años sufrió un primer ataque tuberculoso. Obligado a descansar, se recluyó en los Pirineos. La tuberculosis lo acecharía el resto de su vida.A los 45 años fue nombrado Jefe de trabajos de la sexta sección de la Escuela Práctica de Altos Estudios en Ciencias Económicas y Sociales. Tan solo dos años después asumió como director de estudios de Sociología de los signos, los símbolos y las representaciones. Durante dieciocho años llevó adelante su cargo hasta ser electo por el Collège de France para presidir la cátedra de Semiología Literaria. Murió en la primavera de 1980, a los 64 años, luego de ser atropellado por una camioneta de lavandería en la calle les Écoles, frente al Collège de France, donde dictaba clases.
Innumerables son los relatos que hay en el mundo. Existe, en primer lugar, una variedad prodigiosa de géneros, distribuidos a su vez entre sustancias diferentes, como si toda materia le fuera buena al hombre para confiarle sus relatos: el relato puede ser transmitido por el lenguaje articulado, oral o escrito, por la imagen, fija o móvil, por el gesto y por la combinación ordenada de todas esas sustancias; está presente en el mito, la leyenda, la fábula, el cuento, la novela, la epopeya, la historia, la tragedia, el drama, la comedia, la pantomima, el cuadro pintado (piénsese en la Santa Úrsula de Carpaccio), el vitral, el cine, los cómics, las noticias policiales, la conversación. Además, en estas formas casi infinitas, el relato está presente en toda época, en todas partes, en toda sociedad; el relato comienza con la historia misma de la humanidad; no hay ni ha habido jamás en ningún lado un pueblo sin relatos; todas las clases y todos los grupos humanos tienen sus relatos, y muy a menudo hombres de cultura diversa e incluso opuesta los disfrutan por igual: el relato se burla de la buena y de la mala literatura: internacional, transhistórico, transcultural, el relato está ahí, como la vida. ¿Debemos deducir de semejante universalidad que el relato es insignificante? ¿Que al ser tan general no nos queda nada para decir al respecto, salvo describir modestamente algunas de sus variedades, harto particulares, como lo hace a veces la historia literaria? ¿Pero cómo abordar incluso esas variedades, cómo fundamentar nuestro derecho a distinguirlas, a reconocerlas? Roland Barthes