NADIE COMO GODARD
BERGALA, ALAIN
Desde los años ochenta, las películas de Godard se suceden de manera cada vez menos autónoma, pues lo que de verdad intentan es dibujar un proyecto artístico global. Siguiendo el desarrollo de esta progresión creadora, Bergala muestra lo que esa obra tiene de único: no sacrificar nunca nada de las exigencias del cine, entendido como forma de vida, al simple logro de una película en concreto. Salve quien pueda (la vida), Pasión, Nombre: Carmen, Yo te saludo, María, For Ever Mozart, Hélas pour moi o Histoire(s) du cinéma son otros tantos caminos de la misma búsqueda, del mismo gesto creativo. Seguir el «rastro» de Godard: tal podría haber sido la consigna de estos textos. Pero un rastro todavía fresco, apenas trazado, lo cual permite al lector un conocimiento gozoso y variado de uno de los cineastas fundamentales de la modernidad, uno de los pocos que se pueden permitir el lujo de seguir concibiendo el lenguaje cinematográfico como una forma de expresión, y no simplemente como un objeto
Alain Bergala ha mantenido, desde hace muchos años, un diálogo permanente con el cine de Jean-Luc Godard, y por ello ha podido reunir ahora estos textos para ofrecer una visión esclarecedora de su producción más reciente. Desde los años ochenta, las películas de Godard se suceden de manera cada vez menos autónoma, pues lo que de verdad intentan es dibujar un proyecto artístico global. Siguiendo el desarrollo de esta progresión creadora, Bergala muestra lo que esa obra tiene de único: no sacrificar nunca nada de las exigencias del cine, entendido como forma de vida, al simple logro de una película en concreto. Salve quien pueda (la vida), Pasión, Nombre: Carmen, Yo te saludo, María, For Ever Mozart, Hélas pour moi o Histoire(s) du cinéma son otros tantos caminos de la misma búsqueda, del mismo gesto creativo. Seguir el «rastro» de Godard: tal podría haber sido la consigna de estos textos. Pero un rastro todavía fresco, apenas trazado, lo cual permite al lector un conocimiento gozoso y variado de uno de los cineastas fundamentales de la modernidad, uno de los pocos que se pueden permitir el lujo de seguir concibiendo el lenguaje cinematográfico como una forma de expresión, y no simplemente como un objeto de consumo.