MÁSCARAS MASCULINAS. HÉROES, PATRIARCAS Y MONSTRUOS
HEROES, PATRIARCAS Y MONSTRUOS
GIL CALVO, ENRIQUE
Este libro, situado en la sociología de género, analiza la forma de presentarse en público que los varones adoptan ante los demás. Para ello se revisten con unas máscaras teatrales culturalmente codificadas a las que cabe clasificar en los tres grandes prototipos del héroe, el patriarca y el monstruo: el hombre puesto a prueba, el hombre consumado y el hombre poseído por las pasiones de su genio. La necesidad de enmascararse, proyectando una imagen de virilidad reconocible, parece proceder de una conciencia de vacío interior, quizá por envidia de la mujer, a la que consideran llena por estar centrada en su claustro íntimo. De forma que para invadir su exterioridad los hombres quedan investidos por unas figuras reconocibles que les hacen dignos de admiración, respeto o temor. Pero estas máscaras siempre resultan ambivalentes y contradictorias; detrás hay un lado oscuro y maldito que oculta la esencia nihilista de la masculinidad. Tras el héroe bulle el mercenario rapaz, tras el patriarca late el déspota tiránico, tras el genio creador anida el criminal voraz.
Biografía del autor
Enrique Gil Calvo (Huesca, 1946) es profesor de sociología en la Universidad Complutense, donde investiga en temas de sociología política y sociología del género y la familia. Colabora en la revista Claves y el diario El País. Ha obtenido, entre otros, los premios Anagrama y Espasa por sus ensayos "Lógica de la libertad" (Anagrama, 1977) y "Estado de fiesta" (Espasa-Calpe, 1991), respectivamente. Entre sus quince libros publicados cabe destacar los afines a la materia tratada en esta obra: "La mujer cuarteada" (Anagrama, 1991), "La era de las lectoras" (Instituto de la Mujer, 1993) y "El nuevo sexo débil" (Temas de Hoy, 1997).
Este libro, situado en la sociología de género, analiza la forma de presentarse en público que los varones adoptan ante los demás. Para ello se revisten con unas máscaras teatrales culturalmente codificadas a las que cabe clasificar en los tres grandes prototipos del héroe, el patriarca y el monstruo: el hombre puesto a prueba, el hombre consumado y el hombre poseído por las pasiones de su genio. La necesidad de enmascararse, proyectando una imagen de virilidad reconocible, parece proceder de una conciencia de vacío interior, quizá por envidia de la mujer, a la que consideran llena por estar centrada en su claustro íntimo. De forma que para invadir su exterioridad los hombres quedan investidos por unas figuras reconocibles que les hacen dignos de admiración, respeto o temor. Pero estas máscaras siempre resultan ambivalentes y contradictorias; detrás hay un lado oscuro y maldito que oculta la esencia nihilista de la masculinidad. Tras el héroe bulle el mercenario rapaz, tras el patriarca late el déspota tiránico, tras el genio creador anida el criminal voraz.