LAS ESFINGES
RÉAL, GRISÉLIDIS
«Ahora le escribo todo el tiempo. Mientras duermo, cuando sueño, cuando escribo y cuando no escribo. Se confunde con mi aliento, mi respiración, mi inconsciente, mi fuerza, mi reserva de locura y sensaciones intensas. Es una vida paralela que se ha alojado en la mía, no es culpa suya, simplemente, delicadamente ha ocupado su lugar, como cae la nieve, se deshace y abreva el paisaje, que sólo guarda una huella invisible y despojada de intenciones.»
Cuando retomó su correspondencia con JeanLuc Hennig, en junio de 2002, la ex prostituta Grisélidis Réal ya estaba enferma de cáncer. A través de estas cartas, su lucha contra la enfermedad desemboca en la irrupción de recuerdos, furores, obsesiones, añoranzas y fantasías inducidas por la morfina, en una experiencia que redobla y prolonga el lirismo iluminador que ya impregnaba El polvo imaginario. Así, Las esfinges se convierte en una experiencia de escritura sin parangón, en un retrato de la muerte veraz, burlón, aguerrido y resignado, la crónica detallada de un cuerpo deteriorado que, sin embargo, no renuncia a «reírse de su vulnerabilidad», trazada con las armas, íntimas y enigmáticas, de una mujer excepcional.
«Ahora le escribo todo el tiempo. Mientras duermo, cuando sueño, cuando escribo y cuando no escribo. Se confunde con mi aliento, mi respiración, mi inconsciente, mi fuerza, mi reserva de locura y sensaciones intensas. Es una vida paralela que se ha alojado en la mía, no es culpa suya, simplemente, delicadamente ha ocupado su lugar, como cae la nieve, se deshace y abreva el paisaje, que sólo guarda una huella invisible y despojada de intenciones.»
Cuando retomó su correspondencia con Jean-Luc Hennig, en junio de 2002, la ex prostituta Grisélidis Réal ya estaba enferma de cáncer. A través de estas cartas, su lucha contra la enfermedad desemboca en la irrupción de recuerdos, furores, obsesiones, añoranzas y fantasías inducidas por la morfina, en una experiencia que redobla y prolonga el lirismo iluminador que ya impregnaba El polvo imaginario. Así, Las esfinges se convierte en una experiencia de escritura sin parangón, en un retrato de la muerte veraz, burlón, aguerrido y resignado, la crónica detallada de un cuerpo deteriorado que, sin embargo, no renuncia a «reírse de su vulnerabilidad», trazada con las armas, íntimas y enigmáticas, de una mujer excepcional.