LAS CULTURAS FRACASADAS
EL TALENTO Y LA ESTUPIDEZ DE LAS SOCIEDADES
MARINA, JOSÉ ANTONIO
«¿Quiere ser usted protagonista de este libro?» Este extraño comienzo ya indica que estamos ante un libro peculiar. Arranca con una fábula que, como casi todas las fábulas, está protagonizada por animales. En este caso, por hormigas. Los hormigueros son sociedades perfectas, porque cada miembro se sacrifica por el bien común: la perpetuación del hormiguero. Pero un día las hormigas se volvieron inteligentes, reflexivas, autónomas y libres. Se volvieron kantianas, y esto, que debería haber elevado la calidad de vida del hormiguero, desbarató su convivencia. Bergson, que también se ocupó de las hormigas, sacó una conclusión desconsolada: «la inteligencia tiene un poder disolvente». «Después de estudiar durante mucho tiempo los triunfos y fracasos de la inteligencia individual ?dice el autor?, me he visto obligado a estudiar la inteligencia compartida, la que surge de la interacción entre individuos. Creo que es el tema del momento. Somos híbridos de naturaleza y cultura, lo que significa que estamos sometidos a un determinismo genético y a un determinismo cultural. Repetimos alegremente que nuestra identidad depende de nuestra pertenencia a un pueblo, una nación, una religión, una cultura. ¿Qué ocurre si esa cultura se encanalla? ¿Qué sucede si esa sociedad se vuelve estúpida? ¿Es verdad que el pueblo tiene siempre razón? ¿La democracia nos hace a todos listos, de repente? La cultura es el conjunto de soluciones para los problemas básicos de la convivencia, uno de los cuales es la relación del individuo con la colectividad. Se han dado múltiples soluciones, que van desde pasar al individuo por la trituradora ideológica y convertirlo en masa hasta inocularle el virus tribal o la hiperindividualización narcisista. ¿Cómo liberarse de la presión social sin caer en el autismo ético? Debemos evaluar las culturas, someter a las sociedades a un ?test de inteligencia?, aunque suene a blasfemia. ¿Por dónde podemos empezar? En un chiste de The New Yorker se ve a los participantes en una reunión multicultural. El presidente dice: ?Estamos de acuerdo en que nos gusta la vainilla, ¿no? ¿Les parece que lo tomemos como punto de partida?? Creo que necesitamos encontrar algo mejor. La capacidad creadora de nuestra inteligencia nos mantiene en permanente riesgo y solo una poderosa creatividad compartida puede ponernos a salvo.» Este libro les invita a entrar dentro de él y participar en un experimento social. Por eso es peculiar.
Este peculiar libro arranca con una fábula protagonizada por hormigas. Los hormigueros son sociedades perfectas, porque cada miembro se sacrifica por la perpetuación del bien común. Pero un día las hormigas se volvieron inteligentes y libres, y esto desbarató su convivencia. «Repetimos alegremente ?dice el autor? que nuestra identidad depende de nuestra pertenencia a un pueblo, una religión, una cultura. ¿Qué ocurre si esa cultura se encanalla?¿Qué sucede si esa sociedad se vuelve estúpida? La cultura resuelve los problemas básicos de la convivencia, uno de los cuales es la relación del individuo con la colectividad. Se han dado múltiples soluciones, que van desde pasar al individuo por la trituradora ideológica y convertirlo en masa hasta inocularle el virus tribal o la hiperindividualización narcisista. ¿Cómo liberarse de la presión social sin caer en el autismo ético? Debemos evaluar las culturas, someter a las sociedades a un ?test de inteligencia?. La capacidad creadora de nuestra inteligencia nos mantiene en permanente riesgo, y sólo una poderosa creatividad compartida puede ponernos a salvo.»