EN EL MISMO BARCO
ENSAYO SOBRE LA HIPERPOLÍTICA
SLOTERDIJK, PETER
n 1983 aparece en Alemania un libro que, a la vez de convertirse en un insólito éxito editorial, suscitaría interesantes debates. Se trataba de Crítica de la razón cínica, del filósofo Peter Sloterdijk, «una de las obras más provechosas e inteligentes aparecidas en Alemania en los diez últimos años», según Fernando Savater. Después de un silencio de seis años, en 1993 Sloterdijk publica este fulminante ensayo. En nuestros tiempos, el arte de lo posible ya no se deja definir como política, sino como hiperpolítica. Para desentrañar este concepto, Sloterdijk retrocede a la época de las altas culturas clásicas y consigue captar nuestro tiempo con lucidez aumentada a través de un recorrido de tres milenios y que dibujará un fresco histórico universal «para disgusto de aquellos que se alivian con las tesis de que los grandes relatos ya no son posibles».
Peter Sloterdijk es un filósofo y catedrático alemán nacido en 1947.
Formado en la órbita de los seguidores de la Escuela de Fráncfort, pronto se dio cuenta de que las obras de Adorno y otros no salían de lo que denominó "ciencia melancólica". Su viaje a la India para estudiar con un famoso gurú, Rajneesh (luego llamado Osho), cambió su actitud ante la filosofía. Si Crítica de la razón cínica, de 1983, estaba aún en ese estilo de crítica de la razón instrumental analizada por sus maestros, las obras que siguieron están imbuidas ya del nuevo espíritu transgresor. No obstante, hay que señalar en Sloterdijk dos tendencias: la ya mencionada rupturista con el pensamiento académico, y otra que se inserta en su labor como profesor universitario, y que lo lleva a cierto didactismo, por no decir enciclopedismo. Mantuvo un célebre debate con Jürgen Habermas sobre el concepto y contenido del Humanismo con motivo de las ideas expuestas en su obra Normas para el parque humano. Esta polémica supuso su entrada en el universo mediático, con consecuencias que no había previsto. Sus finos análisis de Nietzsche y del legado de Heidegger se alternaron con otros libros más personales, en donde desarrolla una fenomenología del espacio que ha denominado esferología: su trabajo más ambicioso hasta la fecha es Esferas, una trilogía compuesta por Burbujas, Globos y Espumas.
Los intereses de Sloterdijk son tan amplios y variados, que superan a muchos de los de sus colegas: la música, el psicoanálisis, la poesía (sobre todo la francesa), la obra de ciertos autores olvidados como Gabriel Tarde, Gaston Bachelard o poco conocidos como Thomas Macho; el arte contemporáneo, la antropología, y un largo etcétera. También se ha preocupado por asuntos políticos, que ha desarrollado tanto en obras de hace tiempo (En el mismo barco) como más recientes (Si Europa despierta), en donde se muestra partidario de una Europa sólida y no sometida a las derivas de las potencias exteriores. Frente al academicismo de otros pensadores, su apuesta por los medios de comunicación, que estudia hace tiempo y sobre los que escribe también, le ha supuesto numerosas críticas. También se distingue del resto por su escritura muy estilizada, literaria incluso, que debe algunos rasgos al impulso de Ernst Bloch o a ciertos franceses virtuosos como Gilles Deleuze, pero adoptando su propia terminología y creación de neologismos arriesgados.
En 1983 apareció en Alemania un libro que, a la vez de convertirse en un insólito éxito editorial, suscitaría interesantes debates. Se trataba de Crítica de la razón cínica, del filósofo Peter Sloterdijk, «una de las obras más provechosas e inteligentes aparecidas en Alemania en los diez últimos años», según Fernando Savater. Después de un silencio de seis años, en 1993 Sloterdijk publicó este fulminante ensayo.
En la actualidad, el arte de lo posible ya no se deja definir como política, sino como hiperpolítica. Para desentrañar este concepto, Sloterdijk retrocede a la época de las altas culturas clásicas y consigue captar nuestro tiempo con lucidez aumentada a través de un recorrido de tres milenios que dibujará un fresco histórico universal «para disgusto de aquellos que se alivian con las tesis de que los grandes relatos ya no son posibles».