VINCENT PRICE: EL TERROR A CARA DESCUBIERTA
SERRANO CUETO, JOSÉ MANUEL
Vincent Price, hombre intelectual, amante del arte, gourmet exigente, buen conversador, alcanzó la popularidad gracias a sus trabajos en el cine de terror. Actor de culto, Price, al contrario que gran parte de otros mitos del horror, se especializó en monstruos psíquicos, deformes de la mente capaces de los actos más deleznables. Sus villanos, hombres complejos -el escultor asesino de "Los crímenes del museo de cera", el desquiciado hipersensible de "La caída de la casa Huser", el tirano de "La máscara de la muerte roja" o el actor resentido de "Matar o no matar, éste es el problema"- se alejan de los seres fantásticos que interpretaron sus colegas para mostrar sin afeites el lado oscuro del ser humano. Vincent Price no frecuentó la máscara, pues su rostro, asombrosamente dúctil, podía oscilar del hieratismo inquietante de Rodrerick Usher al histrionismo perturbador de Nicholas Medina. Reclamado por cineastas de la talla de Joseph L. Mankiewicz, Michael Curtiz, Fritz Lang, Cecil B. De Mille, Otto Preminger o Anthony Mann, fue la serie B, con Roger Corman y la productora American International Pictures a la cabeza, la encargada de fijar su lugar de residencia: las tinieblas y sus alrededores.