EL MANTO DE MEDEA
CONSIDERACIONES SOBRE LA EXTINCIÓN DE LAS ABEJAS
BERNELAS, GUY
Si nuestras vidas, el mundo y las estaciones en efecto están trastornadas sin remedio posible, la causa, empero, es que se perpetúan y eternizan las viejas relaciones económicas y políticas que constituyeron el éxito común de estas gentes. No hemos olvidado que les ha sido necesario cambiarlo todo para que nada cambie, incluso el régimen climático. No obstante, ya no son exactamente unos y otros los que dominan a los hombres. Los grupos dirigentes están actualmente sometidos a esta construcción material y social que han creado con la forma de un sistema técnico particular. El poder de coacción es en principio este sistema técnico que se ha desarrollado hasta el punto de presentar él mismo exigencias a las cuales la dominación, como la población, está obligada a responder.
La disminución progresiva de la población de abejas en Francia (cuestión ampliable ya a gran parte del globo) merced al uso generalizado de pesticidas y en concreto del llamado imidacloprida, así como los términos de la lucha defensiva realizada por los apicultores para desterrar el uso de este fitofármaco sirven aquí como punto de partida para realizar un diagnóstico sobre las posibilidades emancipatorias en un mundo envenenado donde las capacidades reactivas sufren también de esta intoxicación generalizada.
Así, cuando el envenenamiento de la corteza terrestre es un cruel hecho, cuando la nueva revolución verde transgénica complementa su producción con el uso masivo de estos tóxicos, cuando su ingesta es nociva para el conjunto de los seres vivos, siempre puede disimularse la evidencia de esta causalidad bajo argumentos tecnicistas, reconducir la protesta y reducir la verdad desnuda bajo el apelativo de reduccionismo científico. Pues cuando la interrelación entre la industrialización de las actividades agrícolas, la hegemonía de los nuevos cultivos y las consecuencias que para la salud animal y humana que estos proporcionan alteran no sólo las actividades y relaciones tradicionales sino la propia condición humana nos encontramos ante una emergencia que condiciona también la necesaria eclosión de una fuerza social, consciente de la multiplicidad y magnitud de su oposición a esta catástrofe.