DEVENIR PERRA (8ª ED)
ZIGA ITZIAR
Prólogo de Beatriz Preciado y Virginie Despentes
A Itziar Ziga le gustan las boas de plumas, en ocasiones se disfraza de camionero, y en otras se autodenomina perra. Este libro, escrito en primera persona desde la voz deslenguada y agreste de una guerrillera incombustible, da fe de ese instante de iluminación en el que el activismo se reviste de lucha divertida y desacomplejada, batalla campal de ideas, gritos estridentes y anormales, reivindicación brutal de lo que queda al margen de una sociedad que castra y condena. La libertad y el entusiasmo de Ziga son rabiosamente contagiosos, así como terribles y esclarecedores. Cuando ya no importa ser hombre o mujer, cuando esta distinción se convierte en irrisoria, el flujo de pensamiento campa a sus anchas y dinamita cualquier discurso hegemónico y bienpensante. En estas coordenadas se mueve la autora de Devenir perra: sin patria ni Dios; con puños, lentejuelas y bastante mala baba.
Itziar Ziga
(1974)
Itziar Ziga creció en un barrio de bloques de Rentería entre nubes tóxicas y descampados verde fluor. Hasta sus cinco años nadie se percató de que la futura perra no veía ni su sombra, de ahí quizás su preferencia por vislumbrar entre tinieblas. Era una niña freaki que soñaba con ser libre y con estar buena. Tras licenciarse en periodismo y emigrar a Barcelona, ha transitado por los más precarios trabajos que el recién estrenado milenio reserva a las mujeres pobres y extraviadas. Hasta ahora no ha logrado dar el salto a la prostitución. Una vez publicó un artículo en la prestigiosa revista juvenil You, pero nunca más la llamaron. Durante tres maravillosos años fue reportera en el extinguido periódico de mujeres Andra. Es vegetariana en la mesa y omnívora en la cama. El feminismo es su religión, aunque en esto también salió hereje. Su mayor orgullo es haber mantenido durante seis años un activismo pasivista en el duo ex_dones, junto a su inseparable Mónica Boix. Y alumbrar con ella el pantojismo, técnica para exorcizar el patetismo amoroso. Con este libro espera dejar de ser camarera... y contagiarse con otras perras de rabia y de éxtasis.
A Itziar Ziga le gustan las boas de plumas, en ocasiones se disfraza de camionero, y en otras se autodenomina perra. Este libro, escrito en primera persona desde la voz deslenguada y agreste de una guerrillera incombustible, da fe de ese instante de iluminación en el que el activismo se reviste de lucha divertida y desacomplejada, batalla campal de ideas, gritos estridentes y anormales, reivindicación brutal de lo que queda al margen de una sociedad que castra y condena. La libertad y el entusiasmo de Ziga son rabiosamente contagiosos, así como terribles y esclarecedores. Cuando ya no importa ser hombre o mujer, cuando esta distinción se convierte en irrisoria, el flujo de pensamiento campa a sus anchas y dinamita cualquier discurso hegemónico y bienpensante.