DETRITUS
BECKETT, SAMUEL
No en vano Jenaro Talens, quien preparó la edición de este volumen, la tituló Detritus: residuo de la descomposición en partículas de una masa sólida (definición del Casares). En efecto, aquí se recogen los brevísimos textos en prosa y la poesía que Samuel Beckett, Premio Nobel 1969, escribió desde los años 50 hasta 1976 y que, por cortos, jamás pudieron leerse como un todo en el contexto de su obra, sino únicamente en publicaciones periódicas dispersas. En realidad, una vez terminada toda su obra extensa (Malone, Murphy, Molloy y Watt), que fue rechazada en su momento por 42 editores, y desde el éxito inesperado de Esperando a Godot, cuando Beckett ya tenía 47 años, prácticamente no volvió a escribir más que partículas, briznas, textos que no hacen más que corroborar esta reflexión, suya: Al término de mi obra, sólo queda polvo: lo nombrable.
De hecho, como bien observa Talens en su prólogo: toda la trayectoria que cubre la escritura beckettiana podría describirse como la historia de un lento e inexorable proceso de degradación, de pérdida, de desposeimiento. (...) Si aceptamos que el lenguaje es una forma de entender cuanto nos rodea y, en consecuencia, de poseerlo, los textos beckettianos pretenden mostrar lo endeble de esta proposición, y, aun más, su imposibilidad, negándose a representar la farsa de dar y recibir. Pero cuando Beckett se niega, lo que niega es la validación de un camino que no lleva a parte alguna, no el acto de caminar, ni la posibilidad de que un camino (distinto) conduzca a algún lugar. De ahí que él mismo afirme: Lo que digo no significa que, en el futuro, no haya forma artística alguna. Sólo significa que habrá una nueva forma de arte, y que esta forma será de tal género que permitirá el desorden y que no intentará decir que el desorden es en el fondo algo distinto. (...) Encontrar una forma que contenga la confusión es, en la actualidad, la tarea del artista.
No en vano Jenaro Talens, quien preparó la edición de este volumen, la tituló Detritus: ?residuo de la descomposición en partículas de una masa sólida? (definición del Casares). En efecto, aquí se recogen los brevísimos textos en prosa y la poesía que Samuel Beckett, Premio Nobel 1969, escribió desde los años 50 hasta 1976 y que, por cortos, jamás pudieron leerse como un todo en el contexto de su obra, sino únicamente en publicaciones periódicas dispersas. En realidad, una vez terminada toda su obra ?extensa? (Malone, Murphy, Molloy y Watt), que fue rechazada en su momento por 42 editores, y desde el éxito inesperado de Esperando a Godot, cuando Beckett ya tenía 47 años, prácticamente no volvió a escribir más que ?partículas?, ?briznas?, textos que no hacen más que corroborar esta reflexión, suya: ?Al término de mi obra, sólo queda polvo: lo nombrable?.De hecho, como bien observa Talens en su prólogo: ?toda la trayectoria que cubre la escritura beckettiana podría describirse como la historia de un lento e inexorable proceso de degradación, de pérdida, de desposeimiento. (...) Si aceptamos que el lenguaje es una forma de entender cuanto nos rodea y, en consecuencia, de poseerlo, los textos beckettianos pretenden mostrar lo endeble de esta proposición, y, aun más, su imposibilidad, negándose a ?representar la farsa de dar y recibir?.? Pero cuando Beckett se niega, lo que niega es la validación de un camino que no lleva a parte alguna, no el acto de caminar, ni la posibilidad de que un camino (distinto) conduzca a algún lugar. De ahí que él mismo afirme: ?Lo que digo no significa que, en el futuro, no haya forma artística alguna. Sólo significa que habrá una nueva forma de arte, y que esta forma será de tal género que permitirá el desorden y que no intentará decir que el desorden es en el fondo algo distinto. (...) Encontrar una forma que contenga la confusión es, en la actualidad, la tarea del artista?.