COPLAS COPULATIVAS
ANÓNIMO
¡No sé qué día es hoy ni en qué año vivo! arguyó. No sé cuánto tiempo he estado con los Espíritus. No sé nada. Estoy como un niño. Qué más da. No me importa. Es mejor sentirse como un niño. ¡Eeehh! ¡Yuuuhuu! ¡Viva!
Sus arrebatos de felicidad y entusiasmo se vieron interrumpidos por el repique de las campanas, que sonaron como nunca antes lo habían hecho. ¡Tilín, talán, ding, dong, tolón, tolón! ¡Ah, glorioso, maravilloso!
Corrió a la ventana, la abrió y asomó la cabeza. Ni bruma, ni niebla. Hacía frío, por supuesto, pero el día estaba claro, con una luminosidad especial. Un frío que estimulaba a la sangre y te hacía bailar; un sol de oro que, apostado en un cielo azul, irradiaba alegría; el aire fresco y suave y las campanas desgañitándose sin parar. ¡Ah, glorioso, fantástico!