ALGO SUPUESTAMENTE DIVERTIDO QUE NUNCA VOLVERÉ A HACER
WALLACE, DAVID FOSTER
Escritos durante la década de 1990, los ensayos y artículos de Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer constituyen una de las radiografías más irreverentes e hilarantes de la cultura americana de fin de milenio. Las subculturas televisivas, las entretelas del deporte de elite, la vida salvaje y surreal en el Medio Oeste o el turismo de lujo en el Caribe son algunos de los fenómenos que David Foster Wallace describe desde una perspectiva donde se entremezclan la familiaridad, el asombro y una mordacidad descabellada. En estos textos, publicados originalmente en revistas como Harper's o Variety , el autor consigue dar una vuelta de tuerca inédita en la literatura norteamericana: aunar una capacidad analítica deslumbrante con una visión satírica corrosiva y la imaginación narrativa alucinante que conocemos de su ficción. Como una Guía de Fin de Milenio escrita a cuatro manos por Nathanael West y Don DeLillo.
Este artículo es una de las radiografías más agudas e irreverentes de la cultura americana de fin de siglo, en la que se entremezclan la familiaridad, el asombro y una mordacidad descabellada. Foster Wallace elabora en Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer una postal gigantesca basada en su experiencia en un crucero de lujo por el Caribe. Lo que a primera vista parece ser un simple viaje «para relajarse», en manos de un humor delirante y un cinismo corrosivo acabará convirtiéndose en el horror más absoluto. La crítica ha dicho...
«La obra de no ficción más brillante y divertida que se ha escrito en los últimos años.»
John Glassie, Time Out New York «Animado por una prosa maravillosamente exuberante [...] este volumen confirma al señor Wallace como uno de los talentos más destacados de su generación.»
The New York Times «Wallace escribe con una intensidad que transforma un reportaje errático en una forma sui generis de filosofía.»
Kirkus Reviews «Su instinto para reproducir lo coloquial avergonzaría a maestros como Pynchon y DeLillo, y la sobriedad humana que confiere a sus temas, de ficción o de no ficción, deberían ser un modelo para cualquiera que escriba crítica cultural, tanto en la forma de relatos como en ensayos como estos.»
Publishers Weekly